Por la noche, te extraño

miércoles, 24 de noviembre de 2010
Me acostumbré a tenerte a mi lado, a tener tu cuerpo al alcance de la mano cada una de las noches pasadas. Cuando desperté de súbito esta madrugada, la cama era pequeña pero la distancia que me separaba de tu dormir era enorme. Te quería ver abrazado a la sábana y a la almohada, extrañé esos ronquidos y movimientos inesperados, y tuve ganas de vos, de escuchar tu respiración y sentir tu calor en mi piel. Te amo con todo, a pesar de mis inseguridades. Simplemente o complejamente te amo.

Qué ven cuando me ven

miércoles, 15 de septiembre de 2010
Me encantaría saber qué piensan cuando me ven, la flaca de pelo tan largo, debe tener una onda bárbara. Me encantaría saber qué carajo pensó él, para perseguirme hasta el hartazgo y después huir hasta el hartazgo. Qué supuso, qué dilucidó para embarcarse en la tan incómoda proeza de “averiguar por ella”, porque sinceramente no creo que el solo atributo físico te ponga al borde de la cornisa, ese que te avisa que se puede venir un fiero rechazo. Qué buscaba en mí, la chica piola que te hace reir?, la chica piola que te hace pensar?, o la chica piola que te calienta al punto tal de olvidarte que cualquiera de las otras opciones anteriores son las que en definitiva terminan teniendo peso. Pagaría en pleno desempleo por saberlo, pero más pagaría por saber qué fue lo que faltó, qué fue lo que no encontró. Hasta qué punto la sensación de vacío fue tal para rendirse en apenas dos salidas, para que le importara tan poco que esta chica se había cansado de no verlo, para que no hablara desde ese entonces nunca más conmigo.

Por Guillermina

Panaderos en el aire

jueves, 9 de septiembre de 2010
Me sorprendo espantando una a una las moscas, soplo cada saludo indiscreto como si fuese un panadero que sólo cobra valor volando bien lejos de mí, libre a los designios del aire. Y mientras lo miro alejarse, cobro conciencia de la naturalidad con que rechazo cualquier intromisión en esto que creamos entre los dos. Y es ahi cuando surge el deseo, en lo más profundo, de que vos hagas lo mismo. Y pienso: "Seguí soplando amor, nunca dejes de soplar conmigo". Es tan fácil romper esto que, cada vez que lo pienso, me tiemblan los huesos.
Esa sensación me asaltó en la última charla que tuve con mi amiga M. Ella me contaba sus sufrimientos y la persecución que existía en su cabeza para lograr creer en su chico. "No paro de rebotar flacos por él, mientras que él no para de ocultarme cosas", decía M. con una risa triste, un poco porque le daba gracia haber llegado a esa situación, otro poco porque le dolía bien adentro no confiar en quien ama. "Nunca voy a poder confiar en un hombre, no se como hacés", se lamentaba.
En otra ocasión, Buenos Aires me encontró hablando con una total desconocida en un vagón de tren. Ella, Laura, sufría por su pareja, por un hombre que le mentía en la cara. "Lo amo, no sé que hacer", me confiaba con principios de lágrimas, mientras la tarde oscurecía y las luces de los faros se encendían. Hoy me enteré de otro lance. Él, un ex compañero en pareja y aparentemente feliz, se quiso tirar un filito con la chica fácil de la redacción. Ella ya había atrapado a otros dos novieros en sus garras.
Cuando escucho estas cosas, al principio me hierve la sangre, a las horas me agarra miedo de que me pase y, más tarde, repito: "Seguí soplando amor, nunca dejes de soplar conmigo".



Niña oscura

jueves, 2 de septiembre de 2010
Y no paro de buscarme más
y doy vueltas y pienso sin parar.
Y me miro en el espejo despacito,
me analizo y me enfado otra vez conmigo.
Y me digo: Anda ya mujé,
si to' tiene solución menos la muerte.
Y me levanto muy segura
y me echo a llorar como una niña a oscuras.

Bicho de ciudad

lunes, 23 de agosto de 2010
"No estoy incapacitada de aspirar, soy incapaz", pienso en plena etapa blue, de esas que nos hacen mirar el suelo mientras alguna que otra gota intenta salírsenos de los ojos. "Acá nadie se salva del dolor", repite mi cabeza a medida que las conversaciones parpadean en mi computadora y escucho a mi gente sumergida en la angustia por un ex, por uno que no quiere llegar a ser, por la familia, por la vida que se ríe a carcajadas del pobre desgraciado que, encerrado en su oficina, resuelve algunos problemas ajenos sin tener la más mínima idea de cómo tapar aquello que lo hace sufrir. "Pero al menos vos tenés oficina", le digo al interlocutor cibernético. "¡De lo que me sirve!", me dice el otro. Y todo queda en juntarnos para tomar un par de birras y adormecer los sentidos, al menos todo lo que el elixir dorado nos permita. El resto, ya se verá.


Agujero negro

viernes, 20 de agosto de 2010
Puede que se cumpla la teoría del agujero negro y que todo termine en un pozo oscuro, que todo aterrice en un lugar sin retorno. Prefiero recibir un postmaster a la simple mudez; exijo un reply con la simple palabra NO en mayúscula que la ignorancia de mi persona. Si aplico carajo, dame el placer de ser rechazada.

Destroy this City of Delusion
Break these walls down
I will avenge
And justify my reasons
With your blood.


Ahí sentada

martes, 17 de agosto de 2010


Y ella estaba ahí sentada,
con la misma pluma en la mano,
con la misma hoja rasgada en su regazo,
pero con otra historia que contar.
Con la mirada perdida en el pórtico
y en la telaraña impertérrita,
sus dedos crujen con la madera
mientras componen el relato
que supo comenzar.

Un soplo de viento

lunes, 16 de agosto de 2010
Es hora, siento que es hora pero no logro saber de qué. ¿Es tiempo de cambio? ¿Es momento de algo nuevo, o simplemente de dejar atrás lo viejo? En eso estuve pensando toda la última semana, intentando dilucidar qué causaba esa sensación rara y qué era ese peso en mi hombro que intentaba apartar con una sacudida y que volvía renovado para abrazarse de nuevo a mi espalda. Y creo que lo entendí, o al menos comprendí algo de lo que me estaba pasando por el centro de mi cabeza y que se esparcía por mi cuerpo y mis momentos.
Me enseñaste; me mostraste todo lo bueno y era momento de reconocer lo imperfecto. Mostrar la realidad es amar, reflejar como un espejo mi imagen sin distorsiones es parte de lo que me querés demostrar con cada una de esas palabras que me dolieron en un principio y que, ahora, intentan marcarme el camino para mejorar. Y sí, puedo ser muy dura; y sí, no lo sé todo; y sí, no todo se explica con el razonamiento frío y lógico que me inculcaron desde pequeña y que tanto me sirvió para encontrarle respuestas al mundo y para darle sentido a aquello intrincado ante el ojo humano. Soy todo eso, soy un manojo de prejuicios, un combo de inseguridades sentimentales, un paquete de disconformismos. Sin embargo, me sé buena en muchas cosas, todos somos buenos en algo. Y a la vez, tengo tanto que aprender...

Y para vos amor, esta canción porque You´re the one I have decided.

Internación

domingo, 18 de julio de 2010
Era de noche, sólo se escuchaba el murmullo del aire mientras parpadeaban las señales de los aparatejos médicos indicando mi pulso, oxígeno en sangre y latidos del corazón. Otra vez me levantaba entre sudoraciones y pesadillas en la habitación 227 de la clínica, con los pensamientos nublados por el rivotril y los ojos tapados por la oscuridad del lugar. Cuando despertaba siempre miraba lo mismo: controlaba que la vía conectada a mi brazo estuviera limpia, y que la sangre de mi cuerpo no haya avanzando por esos cilindros de plástico transparente en busca de su libertad. Controlaba que todo estuviera bien porque estaba harta de ser perforada por las enfermeras y sus agujas que intentaban hacer llegar a mi interior antibióticos, sueros y calmantes en una batalla encarnizada y científica contra la neumonía que había pulverizado mis pulmones hasta dejarlos hechos una esponja mustia y sin forma.
La vía estaba limpia, el reloj indicaba las 5 de la mañana y faltaba una hora para la siguiente ronda de remedios, chequeos de temperatura y presión. Levantar el brazo, extender la mano, tomar el vaso y tragar la píldora se convirtieron en un rictus cotidiano durante doce angustiosos días. Todos intentaban contentar a esa mujer que se sentía una niña, a esa joven de 25 años que experimentaba un shock lacerante a los sentidos y cuyos recuerdos regresaban como flashes oníricos cada noche de internación. Puntadas, no poder respirar, la cara de mi gente, de esas personas que me quieren y me acompañaron en la larga tertulia. Y mientras tanto pensaba en mi suerte, en mi gran suerte, porque a pesar de la agonía y del endemoniado neumococo que coartaba mi salud, yo era cuidada, querida, mimada, acompañada. Pensaba en tantos otros muertos de frío, solos, sin ayuda, afrontando cosas similares. Y entonces lloraba más, lloraba por la injusticia y egoísmo de mis lágrimas, sufría al descubrirme tan indefensa estando tan segura.
Así transcurrieron las madrugadas, con mi mano abrazada al rosario que rodeaba mi cuello y me cuidaba el corazón; con la vista fija en mi "vieja", madre, mamá, guía, que no se movió ni un segundo del lado de su hija y luchó con puños y lengua contra los incompletos informes médicos. El día se avecinaba y yo intentaba encontrarle un sentido a todas las dudas que me habían postrado en esa cama de hospital. Todavía intento encontrarles respuesta; aún pienso desde mi casa cuál es el mejor camino para transitar. Pero nunca sola, nunca sola.

J. M. reloaded

lunes, 14 de junio de 2010
En todo; te encuentro en todo y en todo te quiero ver. Adoro encontrarte en cada esquina, que lo que vimos tenga tu reminiscencia y lo que no vimos esté en mi lista de lo que nos falta ver. Que las discusiones surjan porque yo no quiero partir y otro tanto porque vos no me querés devolver. Que yo ingrese a la cocina para tomar una olla y poderte sorprender. Conocer tus costumbres y vos las mías, prepararte el café con un chorrito de leche, tres y media de azúcar y una cucharada de café. Mirarte dormido, desear tu mirada y saborear tu piel. Cruzar la línea, abrazarte bien fuerte y dejarnos ser. Que me escuches, que me enseñes y que me saques de mis cabales con una sonrisa en tu boca hasta borrarme el enojo y hacerme olvidar el porqué. Porque me cuidás, porque me dejás cuidarte y porque te siento tan adentro que da miedo, por todo eso es que te amo bebé.

Mi planta de naranja-lima

lunes, 7 de junio de 2010
No recuerdo cuantos años tenía exactamente el día que descubrí ese libro viejo y gastado entre los manuales de abogacía de mi hermana mayor. La publicación había pasado por un sinfín de trajines y leídas antes de caer en las manos de esa nena de apenas 9 ó 10 años. Lo que sí recuerdo es que las palabras de José Mauro de Vasconcelos en Mi planta de naranja-lima me penetraron, lograron tocar y retorcer todas las fibras de mi ser hasta convertirse en el primer libro que me hizo llorar. Y llorar con ganas, lagrimear al punto de querer abrazar al pequeño Zezé y consolarlo ante tanta injusticia y dolor.
La magia de Vasconcelos está en la simpleza de la narración, en su capacidad de relatar con crudeza e inocencia los hechos que lo marcaron a los cinco años de edad. La primera línea que cruza los ojos del lector -"Historia de un niño que un día descubrió el dolor…"- refleja exactamente lo que afronta el pequeño ángel "endemoniado" en su pequeña casa, a pasos de la carretera Río-San Pablo y de "El Mangaratiba", ese tren que maravilló al protagonista pero que también lo destruyó.
El tiempo pasó, pero la belleza del relato siguió apareciendo ante mí cada vez que ordenaba la biblioteca y descubría esas hojas amarillas entre obras de literatura clásica y novelas románticas. Encontrarlo era leerlo de nuevo y saborear las ocurrencias de ese pequeño que aprendió a descifrar el significado de las palabras sin ayuda; que fue golpeado hasta el hartazgo, y que quiso morir ante la mirada desviada del "Niño Jesús".
¿Qué tiene de especial Mi planta de naranja-lima? Puede que para el resto sea sólo una novela más, tierna pero sin grandes prodigios. En mi caso, algunas de sus frases quedaron grabadas a fuego en mí, como cuando Zezé le cuenta a su amado "Portuga" que va a matar a su padre y que los insultos y la venganza de nada sirven para desterrar a alguien de adentro. “Matar no quiere decir que uno tome un revólver de Buck Jones y haga ¡bum! No es eso. Uno lo mata en el corazón. Va dejando de querer. Y un buen día la persona muere”. Zezé mató a su padre bien adentro y algo de eso me pasó a mi a los quince cuando prometí en una cama y llorando que por él no iba a llorar más, que ninguna de mis lágrimas debían ser desperdiciadas. Ese día a los quince, como el pequeño brasilero a los cinco, decidí que era hora de terminar con esa ilusión y descubrí que muchas cosas nacen de la imaginación, y ahí quedan.
Hace unos días me reencontré con esta historia. En una madrugada bañada en llanto, Gloria, Jacinta, Totoca y Luis resurgieron de la mano de Zezé y Tío Edmundo. Y las letras me transportaron al pasado, ví al “Niño-Diablo” nuevamente montado en la dulce Xururuca, vislumbré la flor imaginaria en el florero de Cecilia Paim y sentí esa profunda puntada que ahora, y sólo por nombrarla, me ha vuelto a hacer sollozar.

Otro aire

domingo, 23 de mayo de 2010
Las palmas se abren y se cierran, los ojos descubren horizontes mientras el corazón bombea esencia roja a los órganos. Los pulmones inspiran y expiran con cada respiro un aire distinto a este aire que intenta escapar por los recovecos de mi cuerpo. Es una idea volátil, un pensamiento que las barreras del consciente intentan relegar al Triángulo de las Bermudas del cerebelo. ¿Quién no intenta encerrar ese gas molesto que circula por las venas y arterias en busca de una vía de escape? Un camino para la revelación puede ser la lengua que, sin pensarlo, articula palabras que otro oye sorprendido ante un locutor también horrorizado por dar a conocer eso que guardó con sigilo y esfuerzo. También lo son los sueños, los suspiros, los ademanes nerviosos o una mirada profunda y perdida en un punto equis de interés en ese momento.
No se que me llevó a pensar esto, puede que los comentarios de gente amiga que repite la frase "muy lindo escrito pero muy triste al mismo tiempo". Es que este espacio es mi claroscuro, es el lado que no muestro afuera donde espero que la garra y la fe sean mi centro.
Y entre tanta reflexión llegan las ondas, las "buenas vibras" como diría mi amiga alemana hundida en las tierras irlandesas. Esas personas que me elevan al querer verme y ser parte de su vida. Ese par de locas lindas que desde poblados anglosajones me regalan sus minutos y euros para saber cómo y dónde estoy. Esa gente que empuja desde un mensaje, un msn o un llamado para conocer mis problemas y entregarme un te quiero. Eso me muestra que algo habré hecho y, creo, algo bueno.

The Sound of Silence

miércoles, 12 de mayo de 2010
De ese enamoramiento pasajero sólo quedó esta canción, y hay que darle las gracias por eso. Hermoso tema, divina letra, lindos recuerdos. Enjoy it.


Hello darkness, my old friend
I've come to talk with you again
Because a vision softly creeping
Left its seeds while I was sleeping
And the vision that was planted in my brain
Still remains
Within the sound of silence

In restless dreams I walked alone
Narrow streets of cobblestone
'Neath the halo of a street lamp
I turned my collar to the cold and damp
When my eyes were stabbed by the flash of a neon light
That split the night
And touched the sound of silence

And in the naked light I saw
Ten thousand people, maybe more
People talking without speaking
People hearing without listening
People writing songs that voices never share
And no one dared
Disturb the sound of silence

"Fools", said I, "You do not know
Silence like a cancer grows
Hear my words that I might teach you
Take my arms that I might reach you"
But my words, like silent raindrops fell
And echoed
In the wells of silence

And the people bowed and prayed
To the neon god they made
And the sign flashed out its warning
In the words that it was forming
And the sign said, "The words of the prophets are written on the subway walls
And tenement halls"
And whispered in the sounds of silence

Asfixia

martes, 11 de mayo de 2010
Me empuja, me aísla, me ahoga. Las manos cansadas intentan despegar el manto de angustia, mientras mi rostro boquea en busca de una pizca de aire para atosigar la sed que arde en el pecho y calienta las ideas hasta convertirlas en un caldo infernal. Mi brazo flaquea cuando intenta lanzar esa filigrana invisible, y por ahora invencible, allá lejos donde lo malo se disuelve como la sal en la profundidad del mar. Gracias amor por prestarme una mano y separarme un poco de esa máscara de soledad.

La mierda de adentro

sábado, 8 de mayo de 2010
Puta madre que duele. Se me cayó la estantería, se murió una utopía y la bronca brota sin cesar y sin poder controlar quien será la víctima del ataque filoso. Odio este estado, repudio atacar con palabras asquerosas, pero la muerte de esa ilusión me hundió a mí en la oscuridad. Me cuesta buscar la luz, escalar se complica con cada nueva estocada. Panfletos y banderas, editores y redactores. Ya no importan los cargos y jerarquías porque el barco no entiende de escalafones.

Dolor crítico

jueves, 6 de mayo de 2010
En un edificio repleto de computadoras lo único que logra escucharse son las voces descorazonadas de un grupo de periodistas, cansados de no hacer nada y agotados de palabras incoherentes devenidas desde las alturas para calmar a una horda que ya no comprende el porqué ni el cómo de la batalla.
Entre teclados melancólicos de dedos que rasguñen sus letras, esos pocos que quedaron tras el exilio se debaten para sacar el espíritu de lo que fue y que no volverá a ser. Las caras desesperadas buscan un sentido al marcado de la entrada y salida. Y me siento frente a esa ventana al mundo, a esa apertura que hace un año me dejó encandilada por su “poder” y que hoy, y hace días, refleja la nada misma.
Ese vacío de contenido exalta los rencores, la mierda que reposaba en el interior de cada uno y las puteadas contenidas. Mientras tanto, deambulo entre filas de fantasmas, entre espacios y sillas que supieron contener cuerpos y pensamientos, y que ahora quedaron limpios de rastros. Que triste sensación, que espantoso se siente no poder tocar las letras para dar a conocer a los pobladores del mundo lo que yo iba conociendo con ellos.

Rompecabezas

viernes, 30 de abril de 2010
Nos imagino como dos piezas de un rompecabezas que encastran y se unen en armonía, pero no con perfecta compatibilidad. Las superficies desgastadas se acomodan para diluir el vacío entre sus articulaciones, los lazos entre las curvas cobran intensidad con cada nueva vivencia. Pero hay desgastes, hay zonas de las que brotan asperezas y astillas que en el abrazo cortan y trazan heridas. ¿Se pueden pulir las púas o simplemente se vive con los ojos ciegos?
Y hay espacios de plastilina que reculan ante la llegada del compañero y se adaptan para darle lugar al recién arribado. Me pregunto si esa elasticidad permanece o si, con el paso del tiempo, la goma se reseca y las piezas dejarán de ser un par para volverse fichas de diferentes juegos.
Puedo desdibujarme y volverme nada, perder mi formato individual y encontrarme en ella, en la otra y en la primera. Y me asalta la pregunta, ese cuestionamiento que surge de repente y que tanto odio. ¿Qué tengo yo para aportar que no te hayan dado antes? Capaz aquella te hizo reír más que yo, y esa te hizo gozar en formas que yo jamás aprenderé. Ella era la más adecuada y la otra iba mejor con tu forma de vivir o tu forma de ser. ¿Qué soy? ¿Qué frases te digo que alguna no te hayan susurrado suavemente al oído? Es díficil, a veces es tan complejo verme distinta. Yo te amo pero tantas otras te amaron antes, tantas otras te acompañaron. ¿Qué distingue este amor de tantos otros que cruzaron tus venas, aceleraron tu pulso y te hicieron rememorar ese largo día en la cama? Porque vos sos todo eso para mí. Él que me hizo y quiero que me haga reír, él que penetró en lo profundo donde nunca nadie antes llegó. Te siento adentro mío como mi único, sin embargo, ese adentro tuyo puede tener otros contenidos y a veces no comprendo donde estoy yo. Pero se que me amas, lo sé, juro que lo sé. Y no creas que no te siento, y no entiendas con esto que tengo dudas de lo nuestro porque estarías alterando el sentido de mi composición. Escribo para que comprendas lo que a veces cruza mi mente cuando un comentario mío te transporta a lo que dijo la otra, cuando esa sombra se hace presente en nuestro presente. Espero que entre tanto cliché te de mi originalidad. Ojalá que haya mucho de mí que no esté en ella; la otra.
Dormir a tu lado siempre trae sorpresas. Puede ser un ataque inesperado, un beso que quedó pendiente en tu inconsciente y que de súbito necesitaste saciar en medio de la noche; o puede ser una respuesta a una pregunta que no terminé de articular ante tu yo despierto y que, en sueños, intentás acallar sin proponértelo. El hecho es que estar acostada a tu lado me sorprende cada una de esas noches que le robamos al mundo y que disfrutamos como nuestra, aislados de cualquier invasión que haga ruido en esa pequeña y tan propia burbuja de Juncal.
Esa mano apoyada sobre mi pecho y ese acercamiento paulatino me inunda de regocijo. No es que las caricias despabiladas me dejen con falencias, sino que saberte deseoso de venir a mí, incluso en tus imaginaciones, no puede más que generarme ternura y llenarme por dentro. Capaz no sepas que tus ronquidos pueden sacudirme de mis propios ensueños y logran abrir mis ventanas al mundo oscuro donde te había visto por última vez. Pero es ahi, en esos momentos, cuando te encuentro indefenso y respirando cerca, muy cerca de mi cuerpo, con esa mano cerca mío y con la otra rozando tu rostro que no parece más que el de un niño. Y es en ese instante cuando revelas toda tu inocencia, es en ese preciso segundo en que me dan ganas de acunarte para evitarte malos recuerdos, para silenciar cualquier fantasma o miedo que te esté atormentando allí donde puede que no tengas defensas. Acarició tu mejilla y tu respiración se tranquiliza; no importa cuantas veces haga la prueba el resultado suele ser una inspiración más pura y, quien sabe, la superación del capítulo que se te estaba cruzando en el camino onírico de ese día. Puede que no reconozcas ese detalle y que, al despertar, las horas se te hayan pasado enteras sin atisbo de todo lo que yo registré en su dulce y lento transcurrir. A mí me quedó la reminiscencia de tu pureza y la sensación de que con un pequeño roce de mis dedos conseguí mermar un poco tu sufrir.
Se siente como una avalancha a los sentidos. Es tener que apretar las sensaciones en el centro del pecho antes de que se disparen sin control y demuelan una pared tras otra, hasta que el muro de concreto no sea más que una pluma en el puño de tu mano. Y sujetás la estampida, apretás con los dedos mentales el destello demoledor que te dejó semi inconsciente y postrado, a la espera de que el restrellar cese y las cosas retornen a su sitio; allí donde todo tiene una forma y un sentido lógico.
Me encontré dando vueltas y rotando sobre mi mismo eje, tirada en una cama que se sentía ajena e incómoda. Las sábanas eran cadenas que intentaban sujetar al cuerpo, pero éste rodaba una y otra vez en busca de una paz que ni la posición horizontal ni el conjunto de resortes le podían brindar. Te había encontrado todo el día, cada minuto y cada segundo en mis pasos, en mis manos y en las imágenes que habían sorteado mi mirada. No podía pensar en otra cosa que ese batir constante de alas internas, en ese par de astas que no entendían de descanso. Ellas no comprendían que la noche había llegado para esperar el nuevo amanecer con los ojos cerrados.
Las palabras se agolparon en una oración eterna e indescifrable. Nada entendía de tiempos porque vos estabas atrás, a mi lado y adelante; no conocía el plural porque todo tenía un solo sujeto, a veces tácito, que desaparecía para luego introducirse entre conjunciones, verbos y circunstanciales. Y si de situaciones se trata, los lugares y los momentos se escalonaron en una pirámide con millares de caminos que completaban un laberinto. Entrar por un portal era perderse en un espacio inconexo. Capaz vos no lo entiendas, porque a veces ni yo comprendo hacia donde voy. A veces la torre de barajas pierde el equilibrio y con ella, caigo yo.
Hay momentos oscuros, situaciones donde la negrura se debate contra la claridad hasta envolvernos en una profunda angustia, incerteza e irrealidad. Hundirse implica levantarse y seguir vivos. Vivir es buscarle sentido a nuestro eterno circular entre desconocidos y figuras grises que transitan los caminos recorridos o que nos faltan transitar. Este es mi camino, es mi viaje por las asperezas y sorpresas de la existencia.