Panaderos en el aire

jueves, 9 de septiembre de 2010
Me sorprendo espantando una a una las moscas, soplo cada saludo indiscreto como si fuese un panadero que sólo cobra valor volando bien lejos de mí, libre a los designios del aire. Y mientras lo miro alejarse, cobro conciencia de la naturalidad con que rechazo cualquier intromisión en esto que creamos entre los dos. Y es ahi cuando surge el deseo, en lo más profundo, de que vos hagas lo mismo. Y pienso: "Seguí soplando amor, nunca dejes de soplar conmigo". Es tan fácil romper esto que, cada vez que lo pienso, me tiemblan los huesos.
Esa sensación me asaltó en la última charla que tuve con mi amiga M. Ella me contaba sus sufrimientos y la persecución que existía en su cabeza para lograr creer en su chico. "No paro de rebotar flacos por él, mientras que él no para de ocultarme cosas", decía M. con una risa triste, un poco porque le daba gracia haber llegado a esa situación, otro poco porque le dolía bien adentro no confiar en quien ama. "Nunca voy a poder confiar en un hombre, no se como hacés", se lamentaba.
En otra ocasión, Buenos Aires me encontró hablando con una total desconocida en un vagón de tren. Ella, Laura, sufría por su pareja, por un hombre que le mentía en la cara. "Lo amo, no sé que hacer", me confiaba con principios de lágrimas, mientras la tarde oscurecía y las luces de los faros se encendían. Hoy me enteré de otro lance. Él, un ex compañero en pareja y aparentemente feliz, se quiso tirar un filito con la chica fácil de la redacción. Ella ya había atrapado a otros dos novieros en sus garras.
Cuando escucho estas cosas, al principio me hierve la sangre, a las horas me agarra miedo de que me pase y, más tarde, repito: "Seguí soplando amor, nunca dejes de soplar conmigo".



1 comentarios:

José dijo...

Si querés que sople, voy a soplar, pero realmente no hace falta, somos inmunes y esa inmunidad se nota. Es una cuestión de actitud, me sé inmune como me supe virus alguna vez, y como también sé que ya no soy eso, sé que soy tuyo y que no hay virus que me alcance. En rigor no tengo que soplar, porque vos me inmunizaste hace ya casi diez meses. No tengo que soplar porque ya atrapé a mi panadero volador y me concedió un deseo: encontrar un amor sano y puro. Ese amor llegó con ojos negros y grandes, una boca puros besos y una energía que me renueva hasta en los días más densos y oscuros. Sos mi deseo, mi sueño, mi novia. Amor, no tiembles, sos mi inmunidad. No hay virus que me alcance.

Publicar un comentario