Mi planta de naranja-lima

lunes, 7 de junio de 2010
No recuerdo cuantos años tenía exactamente el día que descubrí ese libro viejo y gastado entre los manuales de abogacía de mi hermana mayor. La publicación había pasado por un sinfín de trajines y leídas antes de caer en las manos de esa nena de apenas 9 ó 10 años. Lo que sí recuerdo es que las palabras de José Mauro de Vasconcelos en Mi planta de naranja-lima me penetraron, lograron tocar y retorcer todas las fibras de mi ser hasta convertirse en el primer libro que me hizo llorar. Y llorar con ganas, lagrimear al punto de querer abrazar al pequeño Zezé y consolarlo ante tanta injusticia y dolor.
La magia de Vasconcelos está en la simpleza de la narración, en su capacidad de relatar con crudeza e inocencia los hechos que lo marcaron a los cinco años de edad. La primera línea que cruza los ojos del lector -"Historia de un niño que un día descubrió el dolor…"- refleja exactamente lo que afronta el pequeño ángel "endemoniado" en su pequeña casa, a pasos de la carretera Río-San Pablo y de "El Mangaratiba", ese tren que maravilló al protagonista pero que también lo destruyó.
El tiempo pasó, pero la belleza del relato siguió apareciendo ante mí cada vez que ordenaba la biblioteca y descubría esas hojas amarillas entre obras de literatura clásica y novelas románticas. Encontrarlo era leerlo de nuevo y saborear las ocurrencias de ese pequeño que aprendió a descifrar el significado de las palabras sin ayuda; que fue golpeado hasta el hartazgo, y que quiso morir ante la mirada desviada del "Niño Jesús".
¿Qué tiene de especial Mi planta de naranja-lima? Puede que para el resto sea sólo una novela más, tierna pero sin grandes prodigios. En mi caso, algunas de sus frases quedaron grabadas a fuego en mí, como cuando Zezé le cuenta a su amado "Portuga" que va a matar a su padre y que los insultos y la venganza de nada sirven para desterrar a alguien de adentro. “Matar no quiere decir que uno tome un revólver de Buck Jones y haga ¡bum! No es eso. Uno lo mata en el corazón. Va dejando de querer. Y un buen día la persona muere”. Zezé mató a su padre bien adentro y algo de eso me pasó a mi a los quince cuando prometí en una cama y llorando que por él no iba a llorar más, que ninguna de mis lágrimas debían ser desperdiciadas. Ese día a los quince, como el pequeño brasilero a los cinco, decidí que era hora de terminar con esa ilusión y descubrí que muchas cosas nacen de la imaginación, y ahí quedan.
Hace unos días me reencontré con esta historia. En una madrugada bañada en llanto, Gloria, Jacinta, Totoca y Luis resurgieron de la mano de Zezé y Tío Edmundo. Y las letras me transportaron al pasado, ví al “Niño-Diablo” nuevamente montado en la dulce Xururuca, vislumbré la flor imaginaria en el florero de Cecilia Paim y sentí esa profunda puntada que ahora, y sólo por nombrarla, me ha vuelto a hacer sollozar.

5 comentarios:

Jota Sch dijo...

que loco. yo tmb dedique un post al libro que nos hace llorar:

http://unjotasch.blogspot.com/2007/07/mi-planta-de-naranja-llora.html

- Ni la tristeza, ni la nostalgia matan.

A seguir viviendo, entonces.

te quiero, y quiero más.

Jesica dijo...

Gracias Jack por regalarme tu arbolito! Yo también te adoro.

Anónimo dijo...

Pero que buen post. Con solo leer tu descripción me hiciste llorar, creéme que veo al libro tal cual lo ves tú. Es mi favorito, besos.

Anónimo dijo...

el interne es mas facil por que te sacas buenas notas en el cuanderno soy estiven chulluncuy del peru brif

Anónimo dijo...

LO LEÌ A MIS 12 AÑOS, RECUERDO Q DEBÌIA DEJAR DE LEERLO XQ SE ME NUBLABA LA VISTA DE TANTO LLORAR Y AÚN ASÌ SENTÌA LA NECESIDAD DE SEGUIR LEYENDOLO, ME PASÒ LO MISMO CON "ROSHINA, MI CANOA", CREO Q MI ALMA SE PARECE A LA DE JOSÉ MAURO DE VASCONCELOS, X ESO ME EMOCIONA TANTO Y X LO Q VEO A VOS TE PASA LO MISMO.
TE EXPRESAS DE MANERA EXCELENTE. PUDE COMPRENDERTE, A MI ME PASABA ALGO HIPNOTICO TMB CADA VEZ Q VEÍA ESE LIBRO.

Publicar un comentario